Veranear en Galicia es sextear, norma que habría que explotar como marca identitaria. Aquí la siesta tiene capacidad de sorpresa y te deja congelado convirtiéndose en la reina de las siestas. Seis de cada diez españoles no la duerme nunca. Los ritmos de vida tienen mucho que decir en esta afirmación de la Fundación Española del Corazón y ayudan a entender que ya no sea el deporte nacional en España.
El ser humano es de los pocos mamíferos que se entrega a Morfeo una sola vez al día. Las cifras dicen que en los últimos cien años hemos perdido dos horas diarias de sueño. Agosto ayuda a resetear el cerebro desde seis minutos ganando en almacenaje de memoria a corto plazo y dejando espacio para nuevos conocimientos. Un estudio de la NASA a setecientos cuarenta y siete pilotos concluyó que los que dormían una siesta diaria de veintiseis minutos cometían un 34% menos de errores y duplicaban sus niveles de alerta.
La siesta está asociada a después del almuerzo, sin embargo, su origen viene de la hora sexta, de sextear, que marcaba el mediodía romano. San Benito indicaba la norma de guardar reposo y silencio después de las doce que, por otra parte, era la más calurosa del día. En verano no empezamos la jornada a las seis de la mañana como el monje italiano y su siesta es para nosotros la conocida como del carnero por referencia a los pastores que cerraban el ojo mientras pastaban los machos de las ovejas antes de él hacer su comida.
El reposo del almuerzo define a las personas por hacerlo sobrevivir a cualquier crisis. Grandes personajes como Winston Churchill han marcado este hábito en sus vidas. El primer ministro inglés; aunque se dejaba dormir donde le llegaba el sueño, bajaba al búnker, donde no pasaba la noche, y sexteaba. Fraga cargaba las pilas en el coche, entre destino y destino, con cojines que le acompañaban en su coche blindado. La siesta de Cela es sabido que era de pijama y orinal.
Porque se duerme menos la siesta es valorada. Hay empresas que fomentan esta cabezadita para conseguir mayor rendimiento de sus empleados. Los neoyorquinos del estrés competitivo alquilan cabinas por la media hora libre que tienen en horario de trabajo. Por doce dolares se accede a la tranquilidad en Nueva York donde sólo un 24% de su población duerme ocho o más horas por día.
De símbolo de pereza a elemento básico de una mejor vida, la actitud hacia la siesta ha cambiado drásticamente en el mundo. En Galicia se practica desde siempre, por algo es digno de estudio el representativo número de personas que pasan de los cien años con calidad de vida.
En la esquina húmeda de España hay un pack de verano: siesta y paraguas. De este último elemento puede olvidarse y la siesta tómela también como regalo de la tierra.
Pilar Falcón