A vueltas con las opiniones sobre el cambio climático, sobre todo de los que menos saben, empezamos la estación otoñal. Sí, es seguro que estamos en otoño y nada ha cambiado aunque todo existe de otra manera. Iñigo Errejón dará guerra a Pablo Iglesias en las generales, Pedro Sánchez se dejará querer por los hijos pródigos y la España que suma tendrá otra oportunidad para confirmar que en época de crisis la derecha consigue que levantemos algo de cabeza. Hasta en la música hay declaraciones interesantes para el momento que vivimos: «en los 80 ni Alianza Popular hubiera prohibido las canciones que se censuran hoy», lo dice el mítico grupo madrileño Los Secretos, que tienen nuevo álbum a la venta con el nombre de «Mi paraíso», alegoría unánime de una España que respira elecciones.
Sí, seguimos removidos por la política, los políticos, la sociedad en general y hasta el tiempo ha pasado a ser imprevisto, artificial y programado. Y no sólo por la utilización que de él se está haciendo desde todas las posiciones ideológicas. La geoingeniería es la ingeniería climática que diseña técnicas para influir en el tiempo terrestre con el propósito de combatir el famoso calentamiento global. La NASA tiene un programa de cielos y se sabe que muchos microbiólogos muertos estaban detrás de algo. Suena a película de intriga y espionaje; pero cuando el río suena agua lleva.
Hablar del clima es todo un reto, pero también un negocio para las grandes familias y apellidos que controlan este planeta. La capacidad para alterar el tiempo es realidad desde hace años y ahí el campo de batalla tiene mucho que decir. En la guerra de Vietnam, por ejemplo, Estados Unidos intentó ganar con el Proyecto Popeye exagerando las lluvias monzónicas, tradicionales en esa región, para extender la temporada e inundar zonas enteras echando a perder cosechas. ¿Cómo se siembran nubes? se preguntará. Pues existen empresas para ello que desde aviones expanden yoduro de plata que permite liberar núcleos de hielo en el interior de la nube facilitando la precipitación. Es un proyecto que en Europa practica de forma pionera la Comunidad de Madrid.
¡Cuántas veces hemos mirado al cielo viendo rastros que hemos atribuido a aviones! Son estelas químicas que dispersas en la atmósfera secan el aire induciendo sequía o inundaciones. El Ejército ha tenido desde siempre interés en el clima y ha realizado experimentos que no se conocen.
Arabia Saudí es sabido que crea lluvia en el desierto y que los canales mundiales informativos sobre el tiempo responden a intereses. Conviene recordar que clima y tiempo no es lo mismo. El tiempo es lo que cambia la geoingeniería, el día a día. Pero la vista a larga distancia está puesta en cambiar el clima, en crear un mundo a la carta.
El buen destino de los avances ayuda siempre, y en este caso en la prevención y gestión de desastres naturales, en garantizar las reservas hídricas, en eliminar la niebla y las nubes en los aeropuertos y como herramienta de extinción de incendios forestales. Pero la otra cara de la moneda indica que no hay manera de saber si las precipitaciones se hubiesen producido igualmente y luego está el uso armamentístico.
Llegados aquí mejor pensar en nubes blancas de algodón.
Pilar Falcón