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Bajar la montaña presenta desnivel inevitable. En la desescalada o controlas la mente o te derriban las circunstancias de no ejercer el dominio de los frenos. Los alpinistas y montañeros saben mucho de eso y hoy todos somos tropa de bajada. Los latidos acelerados se suelen dar más descendiendo, de hecho el sentido de la vista tiene por delante un plano general que resulta imposible apreciar cuando subimos. Manejar correctamente la panóramica global de la realidad comporta un buen uso de la capacidad para valorar acertadamente el riesgo de caer boca abajo.
La tranquilidad y el equilibrio son la pareja de éxito para practicar con seguridad y placer el ejercicio en la montaña. En esta operación de desescalada que estamos viviendo no existen normas que atesoren el peso de la unanimidad. Las circunstancias marcan la filosofía y la ética a aplicar y unidos a ellas tenemos las técnicas y el equipo a emplear. Hielo y roca forman el firme del descenso Covid19 en España, ellos representan los materiales visibles al lado de otros no palpables que trabajan como ingredientes emocionales, así tenemos al llamado miedo y que es tan útil como dañino. En el mundo animal el miedo forma parte del instinto de supervivencia y conlleva el efecto de producir y activar respuesta de escape o de ataque. Esta reacción es prácticamente la misma para hombres y animales; pero en los animales el miedo desaparece cuando ya no está presente el peligro; mientras en los humanos esta reacción puede fijarse como estado emocional incluso en el resto de nuestras vidas.
La gran mayoría de temores son resultado del aprendizaje, de la asociación o del condicionamiento. Hay que estar en alerta con lo que adherimos a nuestra existencia ya que la incertidumbre no debe impedir que salgamos de nuestra zona de reclusión para buscar el crecimiento personal.
La aprensión que se palpa en el ambiente actual tiene mucho de tóxico causado por la mente y, sobre todo, por el trabajo ejercido en los medios de comunicación y responsables políticos. Lo pasado, o lo que nos vendrá, no debería inmovilizar nuestro presente. Actuar con conciencia siempre ha sido amparo para atenuar la incertidumbre y también para construir un mañana donde los sueños ganen a las peores pesadillas. Si el miedo produce parálisis es malo para todos y si además bloquea los principales movimientos de desarrollo personal ello perjudica a uno mismo y, como consecuencia, al futuro global y colectivo de un país. Abraham Lincoln, el presidente americano que abolió la esclavitud, decía que no se puede formar el carácter mediante la eliminación de la iniciativa e independencia de las personas y que no pueden recibir ayuda de forma permanente haciendo por ellos lo que ellos pueden y deben hacer por sí mismos.
Con miedo nos paralizamos y los que no lo tienen movilizan a su antojo la información de desescalada. La mafia italiana sabe mucho de eso y ha conseguido llevar a casa a muchos de sus miembros encarcelados con la explicación de estar mejor recluidos en la familia. Presos de ETA en España y golpistas catalanes conocen también ese beneficio.
Siempre queda tener miedo al miedo. Miedo al miedo de acobardarse.
Pilar Falcón