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Hubo un tiempo de mucho aplauso sanitario que remataba con las notas del Dúo Dinámico y su inflamable ¨resistiré¨. Hubo un tiempo de cacerolada en los balcones. El hoy presenta superpoblación en terrazas, sin distancia mínima, público sin mascarilla y camareros, a medio destape, cohabitando con la batalla de cifras y la canción ¨libertad sin ira¨ de Jarcha retumbando en caravanas coloridas con la bandera de España.
No hay acuerdo en el ritmo de las etapas de desescalada; pero marcando norma llega la campaña publicitaria «Salimos más fuertes». Lema debilitado por los miles de muertos en soledad, enterrados sin oropeles y los cientos de miles de enfermos. Según la idea extendida desde Moncloa nos asomamos fortalecidos y se refleja a toda página en periódicos, afines o no; y en el resto de medios de comunicación. Creérnoslo es cuestión de fe; entretanto el estado vive diez días de luto oficial, el más largo de la reciente etapa democrática. Respiramos en las terrazas mientras brindamos con abrazos y de frente los edificios exhiben crespón negro.
Sube la temperatura y Fernando Simón ha dejado la chaqueta y luce camisa de manga corta. Hasta parece haberse pulverizado frescor antes de salir a la arena a procurar ganarse a la opinión pública. Los ojos escrutadores del director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias del Ministerio de Sanidad son altavoz de la evolución del coronavirus; pero el gran aviso llega del presidente del Gobierno diciendo que sí tendremos verano. Este pistoletazo ha provocado que, al instante, las búsquedas de destinos en España se dispararan un sesenta y ocho por ciento. Esta nueva normalidad alerta porque dos semanas después de imponer la cuarentena se informa de su fin y del impulso del turismo en julio.
El gobierno Macron dijo a sus compatriotas que no viajaran a España de vacaciones porque no se fiaban de los números y ahora maquilla contenidos. La información sobre los datos de Covid-19 imposibilita hacer estadísticas para analizar la evolución, y van cuatro cambios en un mes.
La ideología en el ejercicio de la política contamina desde hace muchos años y, una vez más, parece justificar el cese del coronel Diego Pérez de los Cobos, el jefe del operativo de la Policía Nacional y de la Guardia Civil en Cataluña, quien fue asesor del ministro Rubalcaba y que presenció en el País Vasco los años más duros del terrorismo etarra. Se argumenta su destitución a la falta de confianza y no haber trasmitido su colaboración con la justicia investigando presuntos delitos del gobierno durante la crisis del coronavirus. El director adjunto operativo de la Guardia Civil, Laurentino Ceña, ha dimitido tras la destitución de su jefe y quedan abiertas las puertas para caídas en dominó. Puestos a jugar con la pelota se anuncia fútbol y también renta mínima para junio. Pero no olvide que los bares respiran antes que los laboratorios de investigación y aun así nos dicen que salimos más fuertes. Nunca la fe fue tan necesaria para andar sin desfases.
Pilar Falcón