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Han perdido en Galicia los dos partidos que gobiernan en España, por lo que, dicho de otra manera, se puede afirmar que el pueblo tiene cartas propias y las juega a su debido tiempo tras observar y dejándose influir por lo que ve de escaladas que no responden a méritos y representan a dirigentes sin partidarios y cada vez con menos simpatías.
No es momento de hacer leña del árbol caído. Gonzalo Caballero ha sufrido el efecto Pedro Sánchez y se queda a expensas de otras oportunidades a la Presidencia de la Xunta. Caballero del PSOE quiere otra oportunidad para creer en los milagros y ofrecer a su comunidad un hombre nuevo para la hora del cambio, como destacó su campaña electoral. La experiencia vivida le va a demostrar dónde están los enemigos, los contrincantes, los adversarios y, sobre todo, si los compañeros de partido le dan tregua. Unas buenas conversaciones con el ex presidente Pérez Touriño o González Laxe y, sobre todo, con el candidato Antolín Sánchez Presedo seguro que le aportarán más de una reflexión.
El galleguismo ha marcado claramente a los ganadores y ha dejado la señal independentista en el BNG que sigue con su mensaje de ser los más gallegos. Iremos viendo si Galicia avanza por el camino más galleguista desde el españolismo o se ladea al independentismo que tan buenos resultados le ha dado al Partido Nacionalista Vasco.
Todo dice que en el Parlamento Gallego vamos a presenciar al presidente Feijóo y a la líder de la oposición, Ana Pontón, disertando por un espacio público articulado al cuidado del bien común de Galicia. La política lucense de Sarria se emocionaba al conocer los resultados, un indicio de quien cree que el tiempo lo es todo para desarrollarse y que tiene muy en cuenta su condición de mujer. Una realidad que muestra la cuesta y más para liderar a los que no gobiernan en la sede de O Horreo. Beiras y Fraga llegaron a entenderse y, sobre todo, a respetarse. Un amor/odio suplantado por la intelectualidad. Esta pareja dejó configurado que no hay una única forma de construir Galicia con sentimiento de Comunidad histórica.
Mientras la política española fluctúa entre la esperanza y el desánimo el País Vasco y Galicia han practicado comportamientos de mayorías. Urkullu tendrá que elegir al PSOE para gobernar o hacerlo con Bildu y Podemos.
Mientras el hombre de Orense resplandece con brillo, se agarra al cetro de Carlomagno, viste su manto imperial e igual que Napoleón en vez de arrodillarse mira al público, toma la corona y, ante ojos asombrados, se la ciñe a sí mismo. La diadema de laureles iergue a un soldado convertido en emperador. Esta estampa del 2 de diciembre de 1804 en Notre-Dame sirve para vanagloriar al personaje de la única comunidad con mayoría absoluta y que iguala al fundador del partido.
Al presidente del Gobierno de España le duele la fumata gallega porque ella empaña su presente y futuro. El candidato de su partido conoce lo que es el sorpaso, el adelantamiento por los que representan a Galicia con banda azul y estrella roja de cinco puntas. Mientras se aguarda la exhibición de la nueva legislatura una buena noticia habla del tripartito que deja fuera otras formaciones. Abandono que repercutirá, suponemos, en un ahorro para los ciudadanos.
Pilar Falcón