Correo para EE.UU. – 13/11/20

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Durante la campaña electoral Donald Trump esperaba los primeros resultados de la vacuna Covid-19. El suero salvador de la farmacéutica estadounidense Pfizer promete efectividad de un 90 por ciento y el presidente de los EE.UU. se resiste a la despedida. La vacuna se anuncia como regalo de navidad al nuevo presidente porque el coronavirus ha contribuido con razones de seguridad a los resultados electorales. Esos motivos han hecho posible la estampa de un país contando votos en la que ha sido la mayor participación histórica por envío postal. 

La regulación del voto por correo en EE.UU. está a cargo de cada uno de los Estados. Se puede tramitar por correspondencia ordinaria o depositar en los buzones especiales que se colocan por todo el territorio. En algunos estados el sobre con el voto debe estar precintado en un día concreto, las firmas de los documentos deben ser totalmente idénticas e incluso se deben cubrir los impresos con un color específico de bolígrafo. Estas exigencias han venido siendo parámetros cuestionables para invalidar votos con facilidad. La pandemia, es evidente que ha alterado las normas de voto en el país que es hito en la legislacion de los derechos civiles. Se exigía una justificación especial para poder enviar el voto y esa disculpa debía probar que el individuo tenía argumentos de fuerza mayor que le impedían acercarse al centro.

Este año el voto por correo aumentó varios millones de personas. Todo ello pesa en las afirmaciones de fraude del presidente Trump y las dudas sobre transparencia hacen daño democrático y parece sano una investigación, y no sólo en los estados bisagra, esos territorios decisivos para los resultados y que ya ha ordenado revisar un juez. Las denuncias electorales por parte de Ronald Trump encuentran opositores en su partido y la Democracia no puede quedarse en las puertas de saber si hubo o no engaño. Sea quien sea el investido debería dejar aclarado tal interrogante. La imagen de cuatro días agónicos de recuento baja el listón al país más poderoso y hace mirar al voto por correo como el más susceptible de manipulación. Esta forma de votar ha dado seguridad a las personas vulnerables al covid-19; pero le ronda la fragilidad en el recuento. El propio director del servicio postal, Louis DeJoy, está citado para testificar ante el Congreso. 

Las últimas elecciones americanas estimulan cuestionarse hasta qué punto los partidos están por encima de sus candidatos y, una vez más, evidencian que los enemigos viven en el propio partido.

Las denuncias de fraude electoral por parte de Donald Trump encuentran opositores en su casa republicana y la democracia americana no puede quedarse en las puertas de saber si hubo en algunos estados más votos que ciudadanos. Paralela a la polémica entre los dos aspirantes a presidentes está la Estatua de la Libertad iluminando el mundo como monumento nacional y Patrimonio de la Humanidad; pero, sobre todo, como símbolo de la  independencia y la Ley. Una estatua que, no casualmente, está orientada mirando a Europa. 

Pilar Falcón

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