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La desilusión es el mayor peligro al que nos enfrentamos. La nieve caída ha transformado el entusiasmo de ver los copos en una mirada de prisión. De refugio hemos pasado a bloqueo e inmovilidad. El sentimiento de abandono late en los ciudadanos y la nieve de Filomena ha puesto en evidencia, una vez más, que las fuerzas de los gobernados no ejercen influencia en los gobernantes. Se trata de una tensión de rozamiento y de fricción y, desde luego, se dirige en sentido opuesto al movimiento de los que administran.
La sociedad civil se ha estimulado para ayudar, en contra de las indicaciones de quedarse en casa, y a remolque han tomado posiciones los oficiales, deseosos de salir en los medios de comunicación. Es inevitable la nevada; pero la falta de medios para un riesgo extremo, para una emergencia o la evidencia de que no hay planes para un colapso como el vivido es motivo de condena unánime. Por si faltaba algo para detener el país llegó el temporal con nombre de mujer mártir para herir al sector del transporte. Nos hemos convertido en caminantes resignados y sufridores en casa con la tarifa de la luz en máximos históricos.
España estaba de fin de semana y ahí las horas extras cuentan a pesar de las alertas anunciadoras. La pregunta es: ¿para qué sirven nuestros impuestos si nos sentimos dejados de la mano que recoge nuestra contribución para atendernos? Habrá que hacer algún camino del Xacobeo para perdonar tanta ineptitud y unirlo a la petición para que las nuevas tecnologías dejen de atacar a la libertad con la que nacieron. Las redes sociales han creado un monstruo con implicaciones políticas y sociales y ahora está en juego su reputación y su modelo de negocio muy unido a claves electorales. La regulación parece necesaria con las grandes tecnológicas. Que twitter decida suspender la cuenta de Donald Trump inicia una nueva era en el mundo digital. La censura arbitraria al presidente americano contrasta con la realidad de un Partido Comunista Chino en las redes y también el presidente de Irán o Nicolás Maduro en Venezuela. Algo debe de significar; pero ni se dice, ni se debate, ni se comenta. Si todos somos iguales la condena por pisotear la democracia debería ser unánime contra las empresas que dictan lo que se puede decir.
Hay la obligación de regular el contenido ilegal y el comportamiento anticompetitivo. El poder que concentran Facebook, Google, Amazon, Apple y Alphabet no es bueno para la libertad y la competencia. La preocupación en el trabajo depende, cada vez más, de la interacción con la sociedad y está vinculada inevitablemente a la producción. Nuestra tasa de desempleo es del 16,4%, una cifra que casi cuadriplica la de Alemania o la del Reino Unido, y eso parece apartado de la responsabilidad de gobernar.
Hemos empezado 2021 con una de las que va a ser la fotografía del año. Acompañando al temporal tendremos la ocupación del Capitolio de los EE.UU.. Que el apóstol Santiago se disponga a peregrinar. El mundo lo necesita.
Pilar Falcón