Fe y escrutinio – 28/07/23

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Cuando un perdedor sonríe más que el ganador algo ha pasado, está pasando o va a pasar. Es chocante, cuando menos. Y no es un tema de humor; aunque a lo mejor sí porque el humor mueve tener la razón y pasarlo bien, un binomio que hay que cultivar porque reiniciamos juego en la búsqueda y captura de nuestro futuro. Españoleamos cada vez más, y no al estilo cumbia de Luis Lucena, porque el gobierno vasco suena por todas partes y lo mismo ocurre con el de Cataluña, ambos con poco o nada que ver con el territorio del jefe del estado, Felipe VI. Volvemos a estar perdidos y no creo que nos vayan a encontrar en el templo como proclama el quinto misterio gozoso. Allí localizaron al Jesús de doce años, sentado en medio de los maestros, escuchándoles y preguntándoles. Hoy, sin duda, interrogaría por su voto. Los maestros le contestarían que una vez elaboradas las actas en las mesas electorales el papel es para los jueces que tienen que dar fe de ellas, es decir, el escrutinio general es responsabilidad de los jueces y desde 2001 Indra forma parte de ese escrutinio general y transmite por teléfono los resultados para que sean repicados digitalmente. Paso que nadie puede revisar por tratarse de una empresa privada. Tampoco  nadie presencia a los jueces y sus ayudantes recontando las actas. El niño perdido y hallado en el templo diría que es una cuestión de fe. 

Votar, emitir el voto supone la pose del escaparate democrático. El cómo se tramita es tema sin interés general. No preocupa. Tanto es así que no tiene seguimiento, algo nada extraño porque lo que se dice inspección en nuestro país hay poca para velar por el cumplimiento en cualquier campo que elijamos. Los votos se quedan donde uno ha votado y los que se mandan a los jueces son las actas. En caso de reclamación no es posible volver a ellos porque se tiran a la papelera, sí papelera, menos los nulos y los que generan reclamación. Es su momento de gloria, hasta el escrutinio definitivo. Ellos y solo ellos porque los demás ya han sido destruidos. El recuento final se realiza entre el tercer y sexto día posterior a las elecciones y es público. Conviene recordar que a las nueve de la noche ya empiezan a sonar los resultados.

El hallazgo de Jesús en el Templo es el único suceso que rompe el silencio de los Evangelios sobre los años ocultos de Jesús. Jesús deja entrever con ello el misterio de su consagración total a una misión derivada de su filiación divina: «¿No sabíais que me debo a los asuntos de mi Padre?».

Pilar Falcón

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