Alberto Núñez Zahera – 24/03/23

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Las personas normales, del día a día, necesitamos a los actores. Ellos son esa parte cuentista que nos eleva la dimensión de la realidad. Por eso los seguimos en su trabajo de creación en el teatro, en las series, en los anuncios y en los informativos. Verlos al natural no siempre complace las expectativas y es entonces cuando la poda funciona buscando lo que mil veces nos sugirió lo interpretado. El padre del actor Luis Zahera ya le advirtió que con ser gallego tenía suficiente carrera. Una afirmación convertida en premonición y que casa hoy con la incursión actoral del premiado comediante. El pasado y el hoy Zahera hilan con lo gallego en la alta costura cinematográfica, una pasarela que flaquea si no tiene algún intérprete galaico. «¡Ay madriña!» le sale a este hombre con el sello de la trascendencia y las atenuaciones de su progenitor. ¡Qué importa que él quisiese tener papeles de un tipo normal, de galán o de Francisco de Asís!, los deseos están para incumplirse y es entonces cuando surgen dispares identidades para respaldar otras que se presentan alejadas del alma y más próximas a la trazabilidad del cuerpo.
 
Tiene ojos bonitos Zahera, verdes amarronados, un poco gatunos, frecuentes en Galicia y expresivos en el mundo. Creo que se enrojece cuando le digo que es guapo; pero se limita a dar las gracias, las muchas gracias sin coqueteo. No es discutible que gana en persona. Son los mismos ojos que se encrespan en «El reino» o en «As bestas»; pero flotan en alguna calma y esa posible tranquilidad da entrada a su mensaje personal e intransferible. Es en ese recado original cuando deja que el oficio del cortejo abra ventanas y que entre el aire fresco. La simpatía le da arte atemporal, dulcifica sus papeles de malo y las personas que se le acercan brillan por reflejo, insinuación e intensidad del popular acompañante. Este Luis semeja consciente de la necesidad de fantasía que tiene la realidad para abordarla y compartirla. El trasvase Feijóo a Zahera es un intercambio de lo normal a lo cotidiano, algo que se repite durante la vida.

Caracterizado el actor éste toma aire político y el político se queda como está: ojos azules, próximo, intérprete de la vida real, de sangre con tradición gallega y hombre de territorio legendario. Feijóo recupera pasado delante del actor santiagués y ahí hay algo entre ellos que suena a niñez perdida; a la sazón prolongan el juego y contribuyen a la suspensión de la incredulidad. También entonces el que observa ve que es época de descubrir que aquello que habían heredado, como repiten los dos, les une y no sólo por haber trabajado ambos en Correos sino por haberlo hecho como gallegos. Realidad y ficción se preguntan si en caso de caracterizar a Alberto Núñez Feijóo de Luis Zahera el relato se instalaría en un nivel un poco superior de la imaginación o la ilusión y el descreído se redimiría a través de la fantasía.

Poner un actor en la vida y tratarle como doble da otra vuelta a la casilla de salida. Los significados residen en muchas interpretaciones y muchas más veces esos significados son más profundos  que en ninguna otra verdad de las que enseña la vida. 

Este pasado 2022 es para el Club de Periodistas gallegos en Madrid el del Gallego del Año Luis Zahera. El segundo actor en su lista de premiados y sin pretenderlo deja escuela y diplomacia que habla de la política abriendo fronteras a los que piensan, viven, y hasta pueden emitir voto de otra manera civilizada. 

Puedes ver la noticia sobre el premio pinchando aquí

Pilar Falcón
 

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