Nerón está llegando a Lugo con todo lo que Roma y los romanos crearon, evolucionaron y nos dejaron para que esté en boca de todos. Hasta los jóvenes, poco duchos en Historia, saben de la importancia de este gran imperio, considerado la civilización más grande, poderosa e importante en Occidente.
Una vez conquistado el mundo y siendo dueño de él, sólo los elementos naturales podían hacer frente al poder romano. El río Tíber, propenso a grandes crecidas, no es nuestro Miño que camina más bajo que la ciudad de Lugo; por ello Lucus Augusti de la Gallaecia romana cuenta con el fuego para levantarse como temido adversario. Las antorchas untadas con brea y las lámparas de aceite nos traen al mejor Nerón como artista escénico. El comediante emperador busca aplausos desde el más allá proporcionando circo al pueblo y simulando juegos olímpicos mientras es culpado del incendio del año sesenta y cuatro con casas de madera, estrechas calles y mal servicio de agua. Necesitó seis días para apagarlo en Roma y Lugo arderá esta semana durante tres invocando lo romano y castreño. Los campamentos van a divulgar tradiciones como la venta de esclavos, los bautizos, las bodas y la instrucción militar. Sonarán liras, laudes, cítaras y címbalos convirtiendo la música en instrumento popular en memoria de la fundación de la ciudad. La vestimenta festiva pondrá tocas romanas a los que sean ciudadanos y las mujeres callejearán con estola y velo luciendo fíbulas, anillos, diademas y brazaletes para adornar la copia de diosas, patricios, plebeyos, legionarios y gladiadores.
Lugo es romano como Roma es el Vaticano. El Arde Lucus viene a reivindicar la Historia a golpe de legiones que desfilan a paso de fuertes clavos en las suelas, centuriones altivos que miran a la guardia en la muralla milenaria, ese baluarte que se deja pasear y es vigía de lo que hay más allá del muro, como un Juego de Tronos sin nieve.
Arde Lucus tiene el lado artístico de Nerón, a quien le salió a relucir el teatro como desarrollo natural. Quería dejarse llevar por sus instintos y menos interesado estaba en gobernar y más en querer un destino con poder absoluto como mecenas de la Cultura y el Arte. Hizo ver que las actividades públicas podrían ser muy divertidas e introdujo a la clase política en atletismo griego y en clases de música porque lo consideraba parte de sus funciones como emperador. Nerón fue Emperador a los dieciséis años, murió a los treinta y era inteligente, talentoso y cruel, a pesar del asesoramiento de Séneca. Su fama de incendiario se ha acuñado pero historiadores insisten en que ese sea uno de los tópicos y falsas noticias de aquella época. Es momento de mirar con cierta simpatía al Emperador porque el fuego es purificador y la diosa Vesta hace guardia de la llama eterna para cumplir el propósito que el Arde Lucus se ha impuesto como fiesta mágica. Hemos sabido prender la llama y como toda promesa no debemos dejar que se extinga. Tanto por nosotros como por la misión de las divinidades.
Pilar Falcón