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Empezar el año mirando al Apóstol no es cosa extraña si recordamos que son once los que han pasado sin la gracia de la indulgencia plenaria o remisión de la pena temporal por los pecados cometidos. Once años dan mucho de picardía española, tanto que de existir la declaración autoinculpatoria como prueba de confesión se necesitaría aprovechar muy bien estos dos años de xacobeo para dar alivio a tanto reincidente. Los lemas de estas celebraciones navideñas siempre han sido reactivo amoroso con palabras de paz, felicidad, armonía, ilusión y salud. Esos propósitos hacen de propulsor para convertir al planeta en un semillero de caminantes dispuestos a recorrer kilometros para dar un abrazo. Es sabido que las cartas de intenciones no tienen carácter vinculante; pero dejan constancia que en el fondo de todo ser humano hay buenos propósitos.
Empezar el año con ganas de transformarse mueve los interiores y siempre es bueno hurgar en el armario para retirar, reponer y airear. En ese trabajo de construcción las campanadas de fin de año en la Puerta del Sol nos han colocado en la realidad y pisando suelo firme. La bandera española que se tapó dice que un pueblo que esconde su insignia poco color tiene y evidencia que su testamento vital se formaliza con intenciones pero la firma lleva tinta de malas voluntades.
El Xacobeo con su peregrinación a la tumba del apóstol Santiago llega después de once años enarbolando una de las tradiciones más antiguas de la cultura europea. Emilia Pardo Bazán era mujer de caminatas vitales. Feminista, de las de dar ejemplo a muchas de las que hoy así se definen, reivindicó los derechos de las mujeres en el siglo XIX y XX y denunció la violencia ejercida en ellas en la mayoría de sus cuentos y un buen número de novelas. La Pardo Bazán se une al Xacobeo cumpliendo cien años de su muerte. Ya las primeras flores del año han sido colocadas ante la escultura de la calle Princesa de Madrid. Una señora que hoy estaría a la altura del mejor feminismo, y siempre ilustrado, que abandona la ciudad cuando llega el desfile del día del orgullo y tiene argumentos sobrados al mirar una despedida de año con carne de mujer exhibida como reclamo de audiencia.
Decía la condesa:
» al pueblo no puede ilustrarsele. Es y será eternamente un hatajo de babiecas, una recua de jumentos. Si le presentas las cosas naturales y racionales, no las cree. Se pirra por lo raro, estrambótico, maravilloso e imposible».
Canarias, con Benito Perez Galdós, fue uno de los caminos vitales de doña Emilia. Hoy se fomenta ese recorrido entre volcanes, que tiene los mismos privilegios del Año Jubilar compostelano desde 1965. Juan XXIII lo instauró en Gáldar y desde allí a Maspalomas son 66 kilómetros de
ruta jacobea mirando al itinerario peninsular.
Emilia Pardo Bazán está enterrada en la cripta de la iglesia de la Concepción de Madrid. Ella recorrió un camino que hoy confirmamos ha permitido dejar atrás mucho de lo malo del pasado.
Pilar Falcón