Corazón en Navidad – 25/12/20

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Corazón y cabeza son la cara y la cruz de este «annus horribilis», clasificación que se nos quedó grabada desde que la pronunció la reina Isabel II en su discurso del 24 de noviembre de 1992 tras confirmar un matrimonio infeliz entre el príncipe Carlos con Diana Spencer; el escándalo de las fotos en topless de su ex nuera Sarah Ferguson con un  financiero tejano y el incendio del palacio de Windsor. Allí, en suelo británico está ahora la nueva variante del coronavirus, (variante que no cepa), con hasta un 70% de potencial de transmisión superior a las versiones que han circulado hasta ahora. Supone un freno y marcha atrás a las políticas de contención, tan amenazantes para el país como aquella que daba una imagen de la monarquía tocando fondo. El camino de reconciliación con los ciudadanos sigue pero la realeza se ha marcado como seres de carne y hueso, con corazón y cerebro caminando por la selva de la vida. El escritor y poeta británico Kipling aconseja la cabeza en su sitio cuando todos a tu alrededor la pierden. Una oportuna reflexión cuando circula que el futuro de las casas reales es el de los cuatro reyes de la baraja y la reina de Inglaterra. 

El invierno llega con la celebración de la Navidad y ésta trae esperanza con ritmo libre a todo lo que es corazón. Puede ser tan real como la narración en primera persona de quien sabe que se le ha parado. Es una experiencia la que nos llega con “Si resucité del infarto fue para escribir este libro» de Sara Dobarro. En él los dos motores de nuestra vida, corazón y cerebro, se necesitan pero el corazón es el impulsor que devuelve a la autora. Una experiencia que destaca que el infarto está entre las primeras causas de muerte en el mundo y que las mujeres superamos a los hombres pasados los 55 años. Sara nos ofrece una monografia con marcas e indicios que obligan a estar alerta ante señales previas al infarto; pero, sobre todo es la narración de una superviviente que sintió morirse con las descargas de los desfibriladores. Una segunda oportunidad para esta mujer que forma parte de los casos de infarto sin explicación. 

Hay palabras de corazón, poemas de corazón, lágrimas de corazón, canciones, gestos, miradas y obras de corazón, órgano al que le adjudicamos sentimiento y que habla en Navidad con abrazos abiertos, de belleza por fuera y por dentro. Se dice a menudo que la navidad se lleva en el corazón y que es el denominador común para todo el mundo. Es tal el abuso de hablar con el corazón que pasamos al término cardiovascular para referirnos al estilo de vida y prevenir las enfermedades cardíacas. 

Aumentar la conciencia sobre la salud es el grito que unifica las voluntades de las celebraciones en este «annus horribilis». El tiempo es todo mientras esperamos un mañana que nos traiga lo mejor de lo que hemos perdido. Las pascuas nos ponen en modo conquistador, con afinador emocional, espíritu preciso y grito que unifica las voluntades frente al desaliento. Son navidades para el corazón; pero conviene lavarse el cerebro.  

Pilar Falcón

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