El puño de Picasso – 26/05/23

Escuchar el artículo – En versión móvil hacer click sobre: Escuchar en el navegador

De mujeres heridas está llena la historia que habla de hombres ricos, famosos y victoriosos. Varones que, ya desde niños, se les veía crecer en talento y capacidades sobresalientes; pero ocultaban la incipiente bestia. Los pintores pintan mucho e, ironías de la vida, vemos a personajes hacer o decir lo contrario de lo que hacen o dicen. Picasso está de moda. Se cumple el 50 aniversario de su muerte y es ejemplo de quien enriqueció su oficio y destreza con un impresentable repertorio personal cohabitando con la acogida por su notoriedad. Se internó en todo tipo de féminas, incluidas niñas, dos mujeres se suicidaron, una enloqueció, las apartaba de sus profesiones, las descalificaba públicamente, las encerraba y siempre ejerció la práctica de su dominio en las relaciones amorosas.

La contribución de ellas es de lo mejor que nos ha llegado dentro del legado pictórico y escultórico que presenta su obra, la sangre más dulce derramada a puño cerrado por un luchador contra la depresión. La mano cacheteadora está en las lloronas, en las tristes, deprimidas y enfermizas víctimas.

Se festeja la celebración de la obra de Picasso, lo enaltecemos, lo visitamos en las muchas exposiciones que recorren el mundo y ya hay miradas escépticas ante bágoas y mujeres que posan para el pobre hombre, artista irrepetible. El filósofo romano Séneca decía que gran parte de la bondad consiste en querer ser bueno. El artista malagueño vivió hasta los 91 años; pero la física polaca Marie Curie destacaba que la mejor vida no es la más larga, si no la más rica en buenas acciones. Picasso no está incluido, en cambio forma parte de la descripción hecha por Dante en La Divina Comedia. Es un condenado en el grupo de los seductores y rufianes que usaron la pasión de otros para llevarlos a donde querían. En ese foso del infierno dantesco los condenados son guiados por demonios a marchar por la eternidad. 

En la exaltación de Picasso se procura no hablar del hombre malo, de aquel que practicó la misoginia. De pareja en pareja llevó la costumbre de su personal puño, y lo practicó más que ponerlo en alto. Queridas, esposas y amantes las usó para inspiración hasta llegar al cansancio, la necesidad de cambio y el abandono cuando estaban enfermas. Algunas eran cuarenta años más joven que él y vieron truncadas sus vidas por el comportamiento cruel y las infidelidades. Aún así se sigue subrayando la frase picassiana «el amor es el mejor tónico de la vida». 

Pilar Falcón

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *


El periodo de verificación de reCAPTCHA ha caducado. Por favor, recarga la página.