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Si tomamos un billete de cinco o de diez euros y lo miramos al trasluz se hace visible un retrato de mujer. La imagen es reproducción de un jarrón conservado en el museo del Louvre de París que viene a poner toque femenino al papel. Se trata de un busto que representa a la princesa fenicia de la mitología griega que fue secuestrada por Zeus, ese Dios que gobierna el Olimpo, padre de todos ellos y de los hombres, conocido también como Júpiter en la mitología romana y como Amón en la egipcia. Podríamos decir el mandamás recolector de nubes. Todo esto para decirle que las elecciones al viejo continente mueven rayos y truenos.
Europa es femenino singular, mujer secuestrada que ha inspirado en la literatura y en las artes plásticas. El cuadro de Tiziano El rapto de Europa ha influido en el alemán Rubens, que le copió, y cuyo cuadro se puede ver en el Museo del Prado. Velázquez cayó en la temática y Goya no quiso ser menos; pero para nuestro Paco zaragozano el toro en el que se convierte la princesa no es blanco sino negro.
Europa mantiene su nombre en todas las lenguas germánicas salvo en inglés y francés. Apareció en sellos postales conmemorando la Comunidad Europea del Carbón y del Acero emitidos por primera vez en 1956. Los billetes de la serie Europa tienen vigencia desde 2020 y llevan la firma del anterior presidente del BCE, Mario Draghi, y de la presidenta Christine Lagarde, que colocó su rúbrica como primera mujer. El 1 de enero de 2002, doce países de la UE introdujeron los billetes y monedas en euros como moneda única para todos ellos y nuestro país fue de los que iniciaron esta unión que convirtió al euro en la segunda más importante del mundo, tras el dólar americano.
Fuera de trifulcas domésticas, nacionales o autonómicas lo importante pasa por Bruselas. Las transformaciones no son posibles sin una lógica europea. Sea la Comisión, la Eurocámara o el Tribunal de Justicia de la UE, cualquier conflicto lo valida, lo reprueba, lo suspende o lo anula. Aun así, las elecciones del 9 de junio tienen clave nacional y reanimarán a partidos tocados en Galicia y Cataluña. Hay que pensar que nadie en España duda de su condición de europeo incluso con cierto orgullo por la historia, por la cultura o por los desarrollos socioeconómicos. Hoy lo que se necesita es una conciencia europeísta, asignatura que nos queda pendiente porque va unida al concepto de soberanía. Tenemos la salida del Brexit, la guerra de Ucrania y la pandemia que han sido ejemplos para pararse a tener visión europeísta. Son 27 países complejos, pero como al final tienen que alcanzar acuerdos están obligados a que paulatinamente vayan eliminando los bloqueos. Difícil y lento es integrar todas las políticas, pero irreversible.
Es posible que el camino de Europa nunca se formalice como un federalismo, pero en la práctica el funcionamiento será una Federación de Estados con un parlamento con más competencias. No parece que debamos apostar por un federalismo cooperativo, otra cuestión es las grandes familias ideológicas: los socialistas, los conservadores y los liberales. Al final saben que tienen que ponerse para la foto. La UE es sinónimo de negociación y contribuir al bloqueo es profundamente antieuropeo. Polarizar la política europea no parece ser lo más adecuado, como no lo es declararnos solo europeos. Toca actuar como europeístas, tener miras largas, liberarnos de pequeñeces autonómicas y de amnistías que ayudan al rapto de Europa.
Pilar Falcón