El volcán Pardo Bazán – 01/10/21

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Los dragones alados escupiendo fuego son uno de los seres mitológicos más conocidos. Han inspirado relatos, poemas, películas y novelas. Decir dragón es ver bocanada de fuego y palabra unida a un animal. Eso no pasa con las alegorías que nos hablan de la quimera, aquel animal fabuloso, monstruo considerado invencible que también expulsaba lumbre por la boca. Su aspecto era con cabeza de león, torso de cabra y cola de dragón; pero la palabra quimera lleva consigo diversos significados y Emilia Pardo Bazán la eligió para dar título a su novela más autobiográfica.

En Madrid este lunes llegó la quimera como esperanza. Lo hizo en forma de conferencia, en el Centro Gallego, con Xulia Santiso conservadora de la Casa Museo de doña Emilia. La intervención llevaba por título: «Madrid la segunda patria de la gallega Emilia Pardo Bazán» y estaba basada en la conferencia «La quimera» impartida por la escritora en mayo de 1912. Decía la coruñesa en aquel entonces: «… Debe perdonársenos a los que hemos entendido el soplo de la quimera, escaldar nuestra faz, que nos profesemos respeto supersticioso hacia la Ciencia sin que neguemos, eso no, su utilidad y sus aplicaciones prácticas sin que dejemos de reconocer sus inmensos beneficios».

La Quimera está considerada la novela más importante de la última época en la producción de la condesa. Xulia Santiso retomó aquella charla para recordar a la escritora y mientras el volcán de La Palma nos daba fantasía con realidad y muestra latente de destruir casas y reiterándose en amontonar lava sobre lava. Allí existe la quimera, con foto en rojos y amarillos, como bandera española de mar caliente buscando el agua salada. Después de un silencio volvió con fuerza para continuar dejándose ver como protagonista indiscutible de las próximas semanas y con variados escenarios. La toxicidad aumenta en la isla, las casas puede que vuelvan a edificarse pero el terreno de la propia colada necesitará años para ser productivo. Otra cosa es la tierra próxima a ella que, a decir por los expertos, se ve enriquecida y recuerdan la plantación de uva en Lanzarote en el siglo XVIII después de una erupción.

El paisaje, el medio ambiente, el decadentismo y el simbolismo unen literatura y realidad. La fantasía y lo utópico tienen imagen y la palabra impresionante se impone para los no expertos en volcanes. Ellos declaran que nos encontramos en el desarrollo normal del proceso. El rugir del volcán de Cumbre Vieja ha conseguido hacernos valorar el silencio; pero, a su vez, el lenguaje que sale del interior. Sacarlo fuera y no quedárselo dentro es beneficioso. Las explosiones mejor verlas y sentirlas que acallarlas y terminar somatizándolas. Esa excitación e ilusión para que exista arte hace del mito de la quimera la búsqueda constante. La Pardo Bazán fue un volcán y hoy florecen los cultivos en las tierras que se aproximan a escuchar sus silencios y bramidos.  

Pilar Falcón

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