En Europa las coaliciones de gobierno son algo habitual, ya se han encargado Pedro Sánchez y Pablo Iglesias de recordárnoslo en la travesía publicitaria que les ha llevado al trono. España estrena esta categoría de regencia en medio de un ambiente que respira bajas expectativas. Todo indica que el margen presupuestario va a delimitar las exigencias sociales de la extrema izquierda y, por otro lado, los medios de comunicación, públicos y privados, se encargarán de traernos las posturas alimentadas en el poder mientras el ciudadano decidirá, una vez más, si marca el botón de confianza o aprieta el bolsillo del ahorro y la precaución.
Este primer gobierno de coalición en España presenta los riesgos de pactar con el enemigo. Las enemistades se sabe que incluyen besos de Judas y mucho dormir con un ojo abierto y otro cerrado. Se ha iniciado una jugada de dominó que tiene filas de fichas que pueden derribar la política de los otros pequeños gobiernos de España. Es momento de ir al vocabulario para determinar si son adversarios o enemigos en alianza los que rigen este país.
Competir con otros que aspiran a un mismo objetivo o a la superioridad en algo tiene mucho de deporte y de dignidad por superar en buen hacer la acción del de enfrente. En el grupo de trabajo convienen los compañeros y no los adversarios porque enriquecen y favorecen la vida y la convivencia.
Hay veces que hablar de adversarios es igualarlos a enemigos. Tienen modos de vida opuestos y sin una situación concreta que los sitúe como adversarios pero alguna cuestión los has convertido en personas enfrentadas en todo momento y en todo lugar. Estos direccionan hacia un mismo blanco y pretenden acertar. Esta parte requiere anotación de tantos para sumar y los tiros libres pulen la técnica; pero también hay que comprender los movimientos del adversario para anticiparse a la trayectoria. Aquí la buena puntería está al mismo nivel que saber quitar o atajar una maniobra en marcha.
Al estadista británico Winston Churchill se le atribuye la frase ¨nuestros adversarios están enfrente, nuestros enemigos detrás¨ como respuesta dirigida a un joven parlamentario de su partido; pero en Moncloa se trajina con rangos de compañía que van desde los migos íntimos hasta los compañeros de partido pasando por amigos, conocidos, adversarios, enemigos y enemigos mortales. Una clasificación al estilo del manual Giulio Andreotti, quien como periodista unió a la política la percepción popular.
Del castigo de los compañeros sabe mucho el presidente Sánchez. En este tramo le toca limitar si le rodean adversarios o enemigos de muerte.
Pilar Falcón