La mariposa monarca – 16/09/22

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La muerte de la reina Isabel II, la coronación de su hijo Carlos III de Inglaterra y el nuevo rey del tenis, Carlos Alcaraz, nos han dado la vida. Hemos puesto la televisión interesados por lo que pasa, aunque no tanto como cuando el hombre llegó a la luna en 1969, o con la muerte de Franco en 1975 o la Caída del Muro de Berlín en 1989, por no decir algo más próximo como la abdicación del rey Juan Carlos en 2014. La muerte iguala y hace crecer el interés informativo. 

El pueblo viene mostrando agradecimiento a la monarca que se fue. El ser humano se paraliza ante el boato de palacio y, sobre todo, ante aquello que se presenta inalcanzable.

La lejanía agranda lo que miramos si hablamos de la Monarquía. Medir distancias les hace grandes, admirados en su vida y con imagen de perfectos. El absolutismo quedó reflejado en la Historia y hoy la reina Isabel II, igual que la mariposa monarca vuela una manera de permanecer en el trono: Sin divorcio, sin ideología, la tradición siempre y distinguiendo la sangre azul de la roja. Dominó el alejamiento con el dejar hacer, más que con recetas institucionales o políticas. No hizo el Camino de Santiago pero sí marcó huella geoestratégica en el Medio Oriente, el sudeste asiático o el continente africano. Carlos III, hereda el gusto por la agricultura y la naturaleza, y le llega su peregrinar. Al oeste de Londres, en la ciudad de Reading, hay un santuario dedicado al Apóstol Santiago. Aquellas paredes decoradas con vieiras son salida del Camino de Santiago británico. Llegada a Ferrol o A Coruña o a Viveiro o a Ribadeo. Seis – siete días y tres o cuatro desde A Coruña. Ruta tranquila para un Carlos III que ha superado la asignatura de la paciencia y la perseverancia. Se le pide acercamiento al pueblo, porque éste no acaba de perdonarle la infidelidad a la madre de sus hijos.

Tocar, mirar y sonreír. Esas exhibiciones de actos amables son necesarias para crecer emocionalmente y dan seguridad; pero otra cosa es gobernar, y más hoy día con las revueltas republicanas haciendo nido. Desde niño se presentó tímido y se ha repetido que estuvo falto de afecto. Diana de Gales, la reina del pueblo, dio una lección de humildad a la Monarquía inglesa y en la mayor crisis del reinado de Isabel II ayudó a cerrar ese momento sometiendo a la Casa Real británica al deseo popular de rendirle tributo. Desde entonces tal hecho se volvió en contra al desnaturalizar la institución monárquica y acercar cada vez más sus dinámicas a otro tipo de hacer que lleva el nombre de hacer republicano. El macho de la mariposa monarca tiene alas más delgadas que la hembra. De eso tendrá que valerse Carlos III para poder decir al final de su trayecto lo que el murciano Carlos Alcaraz: «mi miedo es defraudar a toda mi gente» y teniendo en cuenta que la Vox populi es algo reservado para los políticos. 

Pilar Falcón

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