Mentir es gratis – 18-11-22

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No hace falta ruborizarse ni cruzar los dedos. Esas son reminiscencias que sucedieron en alguna parte del tiempo, cuando no decir la verdad era decisión que suponía esfuerzo moral y carcomía con la culpa. Parece ser que la  mayoría de la gente miente poco y cuando lo hace es una excusa para salir de un apuro, verse mejor o evitar herir sentimientos. Para compensar la balanza hay quien lo hace mucho y en ese grupo crece la clase política, un colectivo cada vez con más desprestigio social y con menos preparación que, como consecuencia, sufre de inseguridad crónica que argumenta adaptación a los tiempos que corren.

El mentiroso del pasado quedaba acuñado como tal y hoy el Lazarillo de Tormes sobrevive para obtener lo que quiere y algún Cyrano de Bergerac; pero más agraciado físicamente, escribe cartas con otro nombre. Pero para mentiroso y convencido profesional nadie como Satán, el gran personaje bíblico que obra con la mentira sin darse calor en los mofletes y moviendo el rabo con humor.

La mentira pública lleva tiempo de moda en nuestra sociedad, en nuestro gobierno y en nuestras vidas. Tanto es así que ni nos alarmamos cuando oímos a la ministra de Hacienda, María Jesús Montero, que la sanidad gratuita y la educación pública fueron impulsadas con el gobierno de Felipe González y no como una conquista franquista.

Los que defienden lo contrario sencillamente los calificó de estar en la ignorancia. Mentira que hace daño a la Historia y que ayuda en la misión electoral y en la de Memoria Democrática a construir. Por otro lado están las mentiras que se lanzan en el discurso para complacer al que escucha y ahí tenemos lista larga de un presidente que dijo no a los pactos con el populismo porque llevaban a la Venezuela de Chaves; que el divorcio lo traje el PSOE a España olvidándose del presidente Calvo Sotelo; que con Arnaldo Otegui ni a la vuelta de la esquina o que a Pablo Iglesias ni la caseta del perro porque no podría conciliar el sueño. Lo más próximo nos lleva lejos porque Sánchez vio rebelión en Cataluña el 1 de octubre de 2017. Si no se cansaba en pedir la extradición de los líderes fugados por ese delito, en cuanto llegó al Gobierno cambió el criterio y rebajó la condición de los rebeldes a meros sediciosos. Y ahora sigue la pendiente en búsqueda de apoyos entre la tropa del prófugo Puigdemont. En vísperas de las elecciones del 10-N, Sánchez se jactó en RNE de controlar la Justicia a la hora de aseverar que él traería atado de pies y manos al expresidente catalán. El traslado se prepara en caja envuelta en papel de celofán y con lazo de colores. La tarjeta escrita aguantará lo que le pongan y la seguiremos leyendo sabiendo que mentir es gratis y que lo gratis sale caro.

Pilar Falcón

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