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La nueva ejecutiva del PSOE ha destacado con rotulador fluorescente que toca practicar la hoja de ruta de 2027. Para ello luce fotografía con sonrisa forzada y dientes al viento. Los dentistas, odontólogos o sacamuelas deberían utilizar para sus campañas los modelos post 41 Congreso Federal de los socialistas españoles por ese regocijo de sonrisa alta, media y baja, según la cantidad de dientes y encía que se muestran y los psicólogos deberían tenerlo en cuenta en el amplio estudio que supone el significado entre la sonrisa y las emociones. Es decir, que esta no solo surge en respuesta a situaciones agradables, sino que, del mismo modo, al sonreír podemos hacer más agradables las situaciones, y eso se ha hecho escuela en los miembros del gobierno. Hay muchos tipos de sonrisa, y las más comunes no son precisamente las que reflejan la felicidad. Está la sonrisa falsa, la incómoda, la seductora, la sarcástica, la de miedo, la atenuada, la miserable y la de soledad. Esta última se trata de una sonrisa apenas perceptible que a veces se acompaña de una leve tristeza. No es una sonrisa compartida, claro está; pero sonríe a uno mismo sabiendo lo que sabe.
Las sonrisas son, sobre todo, sociales y, por tanto, tienen su amplio sentido en relación con los demás, y es ahí donde el cálculo entra como control del esfuerzo muscular para ejemplo de sonrisa suprimida. Tiene que ver con ese tipo de sonrisas que se reprimen. Es expresión genuina de felicidad, pero se considera inapropiada y por eso termina conteniéndose. Resulta más visible el esfuerzo muscular de contención que la sonrisa en sí. Y tenemos la sonrisa falsa. Es la típica sonrisa de cortesía que exhibimos cuando queremos ser amables con los demás, pero no estamos auténticamente felices. Su principal característica radica en que las comisuras de los labios se levantan, pero los ojos permanecen inexpresivos. En la sonrisa vergonzosa nos sentimos abochornados. Es frecuente que vaya acompañada de una ligera inclinación de cabeza y, muchas veces, de rubor. En este caso cumple el papel de tratar de restar tensión al momento. En la sonrisa Gioconda se practica la coquetería y es muy insinuante y, por lo mismo, enigmática. Los ojos se entrecierran ligeramente, mostrando picardía.
Pero las sonrisas tienen expresiones de rechazo, menosprecio o hasta de crueldad con los otros. Ahí está la maliciosa alegrándose del mal ajeno. Una sonrisa de desprecio con cara que muestra enojo, cuando alguien nos ha ridiculizado y los demás ríen; o la que intenta hacer más agradable algo que evidentemente es desagradable. Como aquella que te dice: “Se acabó ahora el Black Friday”.
Todas estas sonrisas activan la nueva carga en España. Pecados y virtudes andan a la zaga y se repite que hay que seguir encerrando la autocrítica y que rendir cuentas de la gestión no interesa, no se lleva y hasta ya no lo exigimos. El silencio del fiscal general del Estado lo es también de Juan Lobato, el que fue delfín madrileño y hoy se apaga bajo la tabla rasa del líder que defendió. Por si fuese poco Europa sigue debilitándose con la imagen de una Alemania y una Francia con agujeros políticos y poniendo por los suelos los valores europeos y el mundo de las democracias. El problema de la credibilidad es casi una norma igual que lo es la indignidad de un Joe Biden indultando a su hijo. Hay sonrisas que no se ven, no suenan, pero miran retando a ojos puros y carcajeándose por dentro.
Pilar Falcón