Quid pro quo – 31/01/25

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Es tiempo de nieves, pero de pocos bienes para el primer fiscal general del Estado imputado. Esta semana se viene a incidir en ello y declara Álvaro García Ortiz bajo sus gafas Buster Keaton. Lejos del héroe del cine mudo el salmantino debe decir algo. El rey cómico de la era del cine blanco y negro sin sonido no vale para la ocasión y el futuro de Álvaro García Ortiz se acerca a buen fin porque ¿quién se va atrever a no validar su nombramiento? Es un pronóstico que escribo antes de conocer el fallo, pero no resulta difícil entender cómo un fiscal va a esgrimir argumentos contra su jefe. Y los milagros se dan poco porque los tribunales ya no son Poder Judicial apartado del Poder Ejecutivo y no se trata de monturas de gafas sino de lupas y lentes que dejan ver la realidad. Nombrado por Real Decreto como fiscal general del Estado, Álvaro García Ortiz no ha disfrutado de las mieles del ascenso profesional, pero el día que salga lo hará con máster para deleitar a sus nietos con historias de una España que pudo ser.

Esta semana negra de banquillo para García Ortiz lo es, sobre todo, para la imagen del órgano constitucional del Estado encargado de defender la legalidad en la acción de la justicia. Por si usted no se había dado cuenta, permítame el humor, algo pasa en el Poder Judicial. Mirando atrás Dolores Delgado, la anterior fiscal general del Estado, duró dos años y venía de ser ministra de Justicia, un escándalo porque es algo prohibido por ley que recoge que deben pasar cinco desde el cargo político para poder tomar posesión. Al actual fiscal general del Estado le faltaban años para cumplir con la ley que recoge su cargo como elección entre juristas con más de quince años de ejercicio efectivo de su profesión, y por supuesto recaer entre juristas de reconocido prestigio. La idoneidad del fiscal general del Estado está en manos de la Sala Tercera de lo Contencioso Administrativo del Tribunal Supremo. Se trata de decir si anulan la decisión que tomó el gobierno en diciembre de 2023 cuando el ejecutivo de Pedro Sánchez decidió mantener al fiscal general en el cargo pese a que el Consejo General del Poder Judicial lo había considerado no idóneo. La idoneidad si la entendemos como disposición para hacer algo bien con la competencia que le corresponde llegaremos a la conclusión que las condiciones necesarias para desempeñar una función no solo incluyen actitud, capacidad suficiente y eficacia sino reconocimiento de que lo que uno ha hecho ha sido bueno por ser útil y contribuir en positivo. En confesión consigo mismo seguro que recordará, salga como salga de esta semana, que su cargo está sometido al imperio de la ley. El desprestigio generalizado del organismo ya está hecho y la nueva etapa aclarará si la locución Quid pro quo, algo a cambio de algo, tiene compensación para la vida cotidiana de Álvaro García Ortiz.

En el todo o nada, o casi nada, entra otra cara de lo que vivimos. Lo increíble tiene presencia al poner nuestro gobierno a la misma altura el pago de los peajes a los nacionalistas con la ayuda a los pueblos valencianos afectados por la Dana y la actualización de las pensiones. Es buen momento de ver la actuación de los sindicatos resaltando su valor social ante los afiliados y alejando su marca del seguidismo del PSOE en el poder. Es impensable pero una actuación, sin duda, que contribuiría a parar el descenso de afiliados y dar prestigio a una pancarta sindical sentida en la ciudadanía.

Pilar Falcón

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