Son tiempos de inspirar, aguantar el aire y exhalar. Algo tan natural traído al papel tiene mucho de belleza rítmica y para que no suene sólo a alegoría Julio Ancochea, jefe de Servicio de Neumología en el Hospital Universitario la Princesa de Madrid habla de este milagro comparándolo a la poesía.
Oxigenarse usando el ritmo que pueda tener el endecasílabo español con sus sonetos y tercetos encadenados, es una maravilla de la que no somos conscientes en nuestro día a día. Sabemos mucho de nuestros errores y desaprender cuesta porque hay que administrar los recursos, pues el acto de respirar tiene todo de eso. No hay más que leerse, por ejemplo, los cien sonetos de amor de Pablo Neruda o, para estar en consonancia con este otoño poselectoral, repasar su canción desesperada para estar a la altura de lo que nos acontece: ̈… ansiedad de piloto, furia de buzo ciego, turbia embriaguez de amor, todo en ti fue naufragio..! ̈.
Hoy estamos en los alvéolos viendo el intercambio de gases con la sangre, un trabajo conjunto con el fin de garantizar el suministro constante de oxígeno a todas las células del cuerpo. Las desavenencias son seguras de no producirse esto correctamente. Y bien que lo sabemos.
El placer de recitar es verbal y de relax físico. Respiración y verso son espíritu y cuerpo; pero los versos cambian según los idiomas por ejemplo los japoneses practican metros cortos, cinco y siete sílabas mientras los árabes prefieren los largos. Declamar, entonar, embellecer el poema con un buen uso de la respiración constituye un recital y hacerlo bien es un arte que, además, aporta equilibrio y serenidad. El ritmo que está en el ambiente es entrecortado, vacilante y a borbotones, con suspiros sueltos que salen de dentro y se quedan fuera pululando en el aire. La técnica permite recitar y cantar, perfeccionando algo que es ancestral y supone un rito donde los tiempos marcan ceremonia de inhalación y exhalación.
Julio Ancochea es además presidente de la Asociación de médicos gallegos en Madrid (Asomega). Este hombre habla de lirismo y respiración como un binomio de vida, un dúo en el que hay piezas como los labios, la lengua y la garganta que con los versos activan los músculos produciendo entre ellos satisfacción y vibración; pero no todo es gozo. La naturalidad en la escritura, esa que no supone esfuerzo al ser leída, y que se acerca a la sencillez de los niños armoniza más los movimientos. Pues coordinemos músculos y respiración. Julio Ancochea habla de ello con los versos del profesional. No está la respiración para esfuerzos desmedidos ni inventos que produzcan nerviosismo, tensiones y desequilibrio general. Respirar bien es alargar la vida y desde que dejamos la respiración de bebe tomando aire por la nariz hemos abierto la boca a una contaminación sin filtros naturales. Ser conscientes de que respiramos nos pone los pies en el suelo y aspirar e inspirar son notas musicales del universo corporal que deberían ponernos en continuo y armónico flujo con la realidad.
Pilar Falcón
Nunca se me había ocurrido que la respiración, algo tan mecánico como imprescindible pudiera describirse con tanta belleza, al unirlo a algo tan superfluo para muchos como es la poesía, sin la que otros no podríamos vivir de la misma manera que ocurre con el aire. Eso sí, puntualizo, no todo el aire es respirable.