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Cada verano llega el calor y los informativos lo dan como noticia. Hemos perdido el rumbo de lo que es novedoso y lejos estamos de lo que ocurre en los juzgados donde el eje se inclina hacia el sol que más calienta. Sin pena ni gloria pasamos hechos que han sido titulares y hoy son radiación política del ocultismo. El Tribunal de Cuentas ni lo dice, pero lejos estamos de recuperar los 679 millones de euros que se llegaron a repartir en la comunidad de Andalucía. La noticia es que el Tribunal Constitucional ha anulado las condenas impuestas en 2019 a los expresidentes Manuel Chaves y José Antonio Griñán. Un asalto más al Tribunal Supremo. Nada de cárcel, revisión a la baja y vacaciones con protección solar, sombrilla, gorra y cascos para los comentarios que se puedan producir. Espero ansiosa la conversación prometida por un juez que me ha avanzado «no te imaginas lo que he llegado a ver”.
Conocedora ya del paseíllo por los juzgados el caso de Begoña Gómez incluye veraneo con hamaca en cabina. Para ella el nordés, ese tiempo que lo fastidia todo con niebla, es liviano, porque el servicio de las Fuerzas de Seguridad del Estado salen con su presencia a declarar. Habría que crear un premio al que mejor inventiva demuestre en los juzgados. Es la tendencia del momento y se aceptan maleteros, cascos de moto, pasamontañas y escondite con manta en el asiento trasero. El testigo Pedro Sánchez maniobra para que el día treinta de este mes de Julio el juez que investiga a su mujer no tenga que tomarle declaración por tráfico de influencias. Hasta rezar se ha convertido en tendencia en La Moncloa. Decir la verdad como testigo es noticia de este verano, es posible un milagro de conversión que deje limpio al presidente, el hombre que afecta a una de las instituciones clave del sistema democrático. Confirmaríamos así la tendencia de la «regeneración democrática».
El caso de Begoña Gómez lleva camino de acabar con Pedro Sánchez. Se declare o no culpable los hechos publicados han hecho pupa hasta dentro del propio partido. La sentencia popular es una realidad y hasta el PNV, socio de gobierno, se ha atrevido a confesar que hay cosas que no se deben hacer. El momento es de políticos veraneantes silbando como vencedores, por muchas causas que se enfilen y testigos que declaren que estaban en los hechos. Hasta el presidente del PP, Alberto Núñez Feijóo va a veranear agradeciendo a Sánchez el amor confesado a su esposa. Nadie como él para agradecer el trabajo epistolar ejercido desde el puño del presidente de España. Le ha dado alas con discurso retomado del «Váyase señor González». El brío y dominio desempeñado en Galicia está ya en el cuerpo y la mente madrileña de Feijóo. Se sienten As Burgas de Ourense como bien de interés ciudadano y parece deslizarse como aguador con minerales para las circunstancias que hablan los tribunales.
Fuera de nuestro país hay otros veranos. La carrera electoral de Biden termina, se va a su retiro de la pensión para hacer que corre en familia. Cumplir años con deterioro físico y mandando en el país EE.UU. del mundo pasa factura y no perdona convenciones. Buscar quien sea su sustituto acelera el reloj demócrata. El adversario a Donald Trump debe superar la aureola Kennedy que ha vuelto para revestir al republicano tras el atentado público.
El ajo y agua de unos, las protestas, comentarios ciudadanos y pensamientos de otros nadan en la orilla de tanta marea. Mejor es bucear.
Pilar Falcón