Cataluña es referente cotidiano como lo es el tiempo en nuestros teléfonos móviles. Dos o tres grados más o menos que el día anterior, tanto de humedad, temperatura mínima, precipitaciones y previsiones para el fin de semana. Esta información climatológica que pedimos para hoy, mañana y próximos días ponen el calendario en esta Barcelona que ocupa conversaciones de ascensor, peluquería, salas de espera y paseos matutinos. Comentarios que preferiríamos que fuesen sobre fútbol o hiciesen referencia a las ferias de congresos que tanto prestigio y protagonismo le siguen dando.
La humedad ya se sabe que termina metiéndose en el cuerpo y en los materiales; así la artrosis y artritis de huesos conviven con el moho en las paredes. El cambio de estado de la materia gaseosa a líquida trae la condensación, y ese es el momento que vimos en Paseo de Gracia, Plaza Urquinaona y la Plaza de Cataluña, entre otras menos importantes. Es el vapor de agua existente en el ambiente del interior. Pues ahí estamos, la temperatura catalana es superior a la del resto de España y gotea, nos tiene quemados, chamuscados y derretidos. Somos para el mundo referente del país de Pedro Sánchez en funciones con selfies reproduciendo fondos de calle en llamas, barricadas de escombros y también muchas caras tapadas para no mostrar la verdadera piel.
La cara ya no es espejo del alma ni nada que se le parezca y eso que la imagen está en su momento álgido con bótox, hilos de oro, vitaminas botulínicas y ácidos hialurónicos. Camuflar el rostro es convertirse en otro, ocultar la verdadera personalidad, infringir acciones y transformarlas en rituales. Ya Shakespeare en Hamlet en el acto tercero escena primera deja claro el ser o no ser como resumen de los procesos mentales. El escritor más importante en lengua inglesa supo analizar las consecuencias del uso y el abuso del poder y nos sirve para clamar el sentido del deber, la duda moral y la duda política. En las tragedias mueren todos menos el que lo cuenta, y ello nos hace desear salir vivos de esta parte de la Historia de España. Una historia de «tsunami democrátic» que nos impide lucimiento al exportar ambiente hostil y fuego provocado. Las adversidades climáticas deslucen mucho y sino que se lo digan a los japoneses que aún con mucha pompa en el ascenso al trono del emperador Naruhito, la austeridad ha dominado al estar obligados ante el pueblo que conserva los destrozos del tifón Hagibis.
Es tiempo de sobriedad aunque el fuego, normalmente, diga que se quema lo que sobra. Casi un millón de catalanes está en situación de pobreza severa según Cáritas y la deuda de la Seguridad Social se dispara un 47% en un año. Mientras tanto, como en un juego de consola, los activistas son presidentes de gobierno y el Estado tiene cada vez menos fuerza. Es hora de consultar el tiempo.