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Los mayores son más ricos, los jóvenes se empobrecen y los autónomos ven continuar su realidad cotidiana. Agosto conlleva recapitulación del año y se presenta con sus elementos emocionantes y decepcionantes, en la misma medida que se le disfruta y al mismo tiempo nos abanicamos buscando respirar. No faltan efectos distorsionadores que nos sobresalten y así José Luis Perales, el Perales, sigue queriendo saber ¿y cómo es él? tras las falsas noticias que le dieron por muerto este lunes. Ya resucitado buceamos en el recuerdo de su repertorio, confusos entre el fue y el es.
Los instantes son eso, momentos de carga emocional que sirven para dar intensidad al presente. Desde Londres, lozano y disfrutando de la familia el cantante conquense dio las gracias por querer saber de él; y echando por tierra la evidencia del bulo expandido por las redes sociales. La segunda parte de la necrológica se escribe con coronas de malos pensamientos. “Seguro que va a sacar alguna canción, que vuelve a los escenarios y que esto le sirve de preámbulo”. Pensar mal de embustes que se difunden masivamente dan resultados. Con uno grande empezamos las vacaciones diciéndonos que a descansar que todo lo demás venía después, y ahí andamos mientras los que lo decían trabajan en la fontanería del país. Nosotros nos distraemos con músicas y España avanza hacia una investidura incubada en un agosto donde Perales muere, resucita y hasta puede volver a los escenarios.
Las canciones del verano tienen letras con agenda secreta de Bildu, ERC, BNG, PNV y Junt. Son ellos los cantantes que triunfan dispuestos a apoyar una investidura en la que juegan a salir como salvadores de los perdedores del 23 de julio. Se busca un “sí quiero” civil, con palabra de Dios implícita y con altar por medio. Toda una declaración de intenciones para asumir que forman parte de la existencia sanchista que muta en fantasías que aparecen por el camino. Casarse sin amor es la moda política y un amor especial, como hay pocos, ya no tiene vigencia. No importan cerraduras que encajen en las llaves, sólo un ¡¡Felicidades César!!
Por mucho que Óscar Wilde dijese “la mejor base para un matrimonio feliz es la mutua incompresión” parece claro que se amarán los unos al otro; pero queda por saber si harán del amor una atadura y si, como reza un proverbio griego, «antes de poner en duda el buen juicio de tu mujer, fíjate con quien se ha casado ella”. Conviene aplicar esto último.
Pilar Falcón