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Santiago Apóstol sigue haciendo España y eso lo sabe el rey Felipe VI. El 25 de julio le sube la moral al monarca y con esa sonrisa de aires naturales ha querido transmitirla a su familia. Aquí, en esta tierra lo desaforado y abrupto de ser Jefe de Estado con comunistas en el gobierno de España es agua de aplausos y de «Fogar de Breogán», como destaca el himno de Galicia con letra del poeta de Ponteceso, Eduardo Pondal. Pocos sitios como Galicia para estimular a la futura reina de España, hoy Princesa de Asturias Infanta Leonor; con la euforia del público y la aceptación de las autoridades. En tiempos de fuego, incendios callados en la política y llamas preelectorales, el rey ha ofrecido de forma especial su petición de proteger a la nación; un deseo a ritmo del Himno de Santiago y del botafumeiro. Es de las pocas ocasiones en que escuchamos la letra de Juan Barcia Caballero. Un médico que ya a principios del siglo XX pedía al patrón insigne que protegiese España. Una realidad que hoy se presta a concepciones varias de nación, muy lejos del término de territorio con conciencia de pertenecer a una comunidad amplia o ser pueblo de pueblos. La política ha hecho perder esa terminología de integración sin separatismos al ser defendida por el mismo presidente del Gobierno y sus aliados hablando de España y otras naciones donde siempre han convivido lo que hemos conocido como regiones de toda la vida.
La familia real templa, da esplendor y contenido para la reivindicación del BNG, para los que la Monarquía es una pieza a criticar para terminar extinguiéndola. Los valores de España salen en cada ofrenda al Apóstol y en ocasiones como ésta el encargado del Arzobispado, Julián Barrio, consigue que los pies marquen dimensiones que todos entendemos y que, sobre todo, deseamos ver como realidad. Es filosofía para tiempos difíciles que eleva el alma y logra hacernos sentir la esencia humana, la búsqueda de la verdad, del ser feliz y del significado de la vida.
En la Catedral de Santiago pocas veces ha retumbado con tanta fuerza la pregunta planteada por Monseñor Barrio: «¿Qué mundo es el nuestro?». La introspección es inevitable cuando hoy el amor por la naturaleza no se puede comparar a cuando no existían los ecologistas, se pescaba y se cazaba, se miraba a los toros para verlos en la plaza o la cultura era cultura y no contracultura y no se esquivaban decisiones. Si parece haberse roto la brújula para buscar la verdad, si estamos en una sociedad mareante y contradictoria, si Europa es la esperanza del mañana y si la vida feliz es el gozo de la verdad ofrezcámonos solemnemente al patrón Santiago para que nos permita hablar de vertebrar España desde la diversidad y sin complejos para poder decir que la vida feliz es el gozo de la verdad y que el alma necesita la armonía. Palabras de Julián Barrio, arzobispo de Compostela.
Pilar Falcón