Escuchar el artículo – En versión móvil hacer click sobre: Escuchar en el navegador
En España no la conocemos pero Brasil tiene la urna electrónica. Desde 1996 este país ha hecho historia en la informatización con el uso de estas máquinas de votar, regulado por el Código Electoral de 1932 en su artículo cincuenta y siete. Tenía que ser capaz de eliminar la intervención humana de los procedimientos de recopilación y totalización de los resultados para garantizar la mayor transparencia en el proceso para acabar con los fraudes que ocurrían y con la alta abstención. A Brasil le siguió Argentina en octubre de 1997 para posteriormente, Venezuela, Colombia, Ecuador, México y Perú. El negocio de los procesos electorales es moda en América Latina con las cinco grandes economías del continente bajo manos de la izquierda. Y aquí estamos con frutos electorales tan próximos uno del otro, como aritméticamente preparados para el no empate.
Primero fue la contratación de máquinas de votación para pasar a un proceso en el que se adjudicaba la realización global del proyecto. Hoy día en los colegios se muestra el dispositivo como una parte más de la soberanía nacional. Es un culto a la bandera en la misma proporción que a la urna electrónica, todo dentro del eslogan orden y progreso que resalta su tela ondeante. El pueblo está dividido, las sospechas cabalgan por las calles y, como siempre, noviembre llega como el más cortés, correcto y educado felicitándonos a todos por nuestro santo. Putin no tardó en enviar su pláceme al vencedor en las elecciones presidenciales en Brasil. Y hay felicitaciones y felicitaciones. “Que podamos seguir desarrollando una cooperación constructiva entre Rusia y Brasil en todos los ámbitos». El negocio es el negocio sobre todo para la mayor economía de Latinoamérica y para un Vladímir Putin aislado por Occidente. Jair Bolsonaro, defensor neutral ante el conflicto había avanzado que tenía casi cerrado un acuerdo para comprar diésel ruso: «Tanto como se pueda». Ahora Brasil empieza nueva etapa de negociaciones con un gobernante que veremos si se distancia de Estados Unidos y la Unión Europea con la imposición de sus embargos graduales al petróleo ruso.
Los fertilizantes químicos rusos son claves para la potente industria agrícola brasileña, de hecho es el principal proveedor de ellos. Bolsonaro no ha apoyado sanciones contra Rusia y el país está dividido tras los resultados. Se baraja provocar que los militares se involucren en la conquista antipopular de la izquierda. Con esta victoria, se cumple además el lema más importante del Foro de Sao Paulo de 1990, con Fidel Castro y el venezolano Hugo Chávez, que ante la caída del Muro de Berlín aclamaban una América Latina fuerte sin claudicar frente al neoliberalismo. En nuestro país los comicios del futuro auguran marca española Indra, experimentada ya en Latinoamérica.
Pilar Falcón