Leonormanía, el regalo de reyes – 03/11/23

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Esta niña, que ya es mujer, ha venido siendo el termómetro indicador de que crecemos, que nos hacemos mayores y que la generación paralela a ella pasa a examen para ver si distingue la solución de la mezcla y entiende y defiende la Monarquía. Esta España que ha sido franquista, pasó a serlo juancarlista y que ahora respira felipismo abandera el color de la esperanza con esta joven cadete, rubia y de ojos azules que ocupa las portadas internacionales por cumplir 18 años y ser heredera de la Corona Española. Leonor disfruta de la celebración de su mayoría de edad en la proporción que le llega la euforia callejera con fotografías que decoran calles y souvenirs varios que inundan las tiendas de las zonas más turísticas de España, máxime en Madrid. Ha sido protagonista en la Entrega de Sables, la Jura de Bandera, la Fiesta Nacional del 12 de octubre y los Premios Princesa de Asturias. La Jura de la Constitución compromete su futuro y la pone mirando al trono.

Entre prometer y jurar hay diferencias que se resaltan principalmente a nivel semántico. La práctica dice que es lo mismo a efectos de responsabilidades, por ejemplo, los ministros pueden jurar o prometer y después ya se sabe que ni lo uno ni lo otro les influye para practicar los principios básicos del cumplimiento a las leyes y el reglamento. En el oficio del matrimonio se jura y es promesa que lleva a toda la vida; pero hasta puede interponerse el Tribunal de la Rota y entonces lo dicho regresa convertido en soltería. Si se jura los testigos son importantes para asegurar ese acuerdo y la búsqueda de la verdad. Jurar implica poder divino, humano o institucional, como referente de la Biblia o de la Constitución. Prometer lleva tácito un toque de compromiso, obligación personal, rectitud y fidelidad a una fórmula sin nadie que se ponga de observador, solo ella y con ella. La princesa de Asturias jura la Constitución porque su futuro lo pide para hacer posible ese porvenir. Se ha convertido en la “royal» del momento y a ello contribuyen también los jóvenes de las casas nobiliarias más destacadas del país que han celebrado una fiesta en su honor para poner en valor lo que supone su jura constitucional.

Lo que ha sido una niñez entre algodones es, cada vez más, un camino de recelos sociales y políticos, fundamentalmente por parte de aquellos que no asisten a aplaudir la continuidad monárquica, sabiendo que es el nido de España como nación indisoluble, que recoge la Carta Magna y que acaba de jurar ante el país que se prevé llegue a reinar.

El barco de la democracia del que habló la presidenta del Parlamento este martes atraviesa tormentas y tempestades donde los jóvenes tienen mucho que aportar en el compromiso al respeto de lo dicho en expresión pública.

Tras el juramento de la heredera España parece un poco más monárquica, sobre todo por el prolongado aplauso sentido en la Cámara Baja, representación de la soberanía nacional. Fue largo y sentido y pasa a la historia de España. El arrope a la Familia Real retumbó en el Congreso de los Diputados como mucho más que una felicitación a la Infanta Leonor por su mayoría de edad. Un salvavidas ha sido lanzado desde el navío español que busca tierra firme y garantía de estabilidad sin tanta ronda de consultas que amenazan a través de la observación de lo que se presencia y escucha. La leonormanía es el regalo adelantado de reyes.

Pilar Falcón

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