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A ritmo Almeida-Ayuso, es decir madrileñeando, San Isidro ha venido a labrar el camino del apóstol Santiago, este año en doble misión Xacobeo 21-22. Desde el 15 de Mayo hasta la siguiente fiesta de San Isidro de 2023 tenemos Año Santo Jubilar de San Isidro Labrador. Madrid lo festeja con sus tradicionales fiestas del patrón de la capital, con gigantes y con rosquillas tontas y listas que con los años han ido acompañándose de las de Santa Clara y de las francesas. El futuro de los reposteros en la capital de José Luis Martínez-Almeida amenaza con la llegada de la rosquilla Ayuso, una oferta publicitada como de orgullo madrileño para jóvenes y no tan jóvenes, que vendrá a poner de moda la entereza de la masa, el sabor salado de la nata y del chocolate, todo menos un hojaldre escurridizo y estará espolvoreada con azúcar glas para dejar bien definido que se trata de la fórmula española de toda la vida. Al morder la rosquilla Ayuso los sentidos se balancearán en columpio de sabores múltiples que se retroalimentarán entre ellos. Un reflejo de la misma Comunidad Autónoma que regenta la castiza presidenta.
La rosquilla Ayuso será también la próxima rival de la Corona de la Almudena, esa copia del roscón de reyes que cada 9 de noviembre patronea las dulcerías de la villa y corte para festejar el título de modelo femenino de los madrileños junto a San Isidro.
Estamos de jubileo dulce en Galicia y en Madrid y Juan Carlos I navega en el rumbo de sus aficiones para ganar indulgencia y saldar la culpa que se le supone como ciudadano libre sin ninguna causa judicial pendiente. Zarzuela, es decir, Casa del Rey y familia por un lado y gobierno de Pedro Sánchez con Podemos por otro lado buscan disculpa del reo, al estilo de la acontecida en aquel abril de 2012 por su viaje a Botswana. Nunca el pasillo de una clínica se llenó de tanto perdón con sangre azul. Aquella caza en la Reserva del Kalahari devolvió al monarca a España con la cadera rota y ahora, después de 2 años en Abu Dhabi, seguimos sin saber cómo clasificar ese alejamiento; si como exilio, si como período de reflexión o como destierro por elemento perjudicial para la Corona.
Lo evidente es que su retorno tiene significado en Sanxenxo que, una vez más, hace de portaaviones de guerra y coloca a Galicia con referencia propia en la Historia de la Monarquía Española de los últimos años. Estamos de maniobras y los fines tácticos no siempre se conocen. Tenemos tejemanejes políticos varios y el Festival de Eurovisión, de nuevo, lo ha puesto sobre el escenario mundial. Ucrania se levantó a ritmo de rap contra Rusia y con estilo presidente Volodímir Zelenski. El grupo tapado al estilo étnico eslavo cotizó en tradición y Chanel se encargó del destape que hasta para la izquierda, que tanto la atacó en tiempos de anxugueiras, le supuso renovarse con elogio que sonó a perdón.
Pilar Falcón