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La celebración de San Isidro en Madrid nos ha dejado populismo electoral, imagen de cohabitación política y discurso para entender los medios que se utilizan para conseguir metas. La ministra Yolanda Díaz, coruñesa de Fene, se confirma que es lanzadera de misiles cortos y dosificadora de ofertas. Sopla y sorbe, se va por la tangente y pone siempre la ropa a recaudo. Dicho de otra manera, sólo ella sabe si sube o baja y desvela que este gallego comportamiento prolifera y es tendencia.
La sabiduría del pueblo habla en corrillos de los 7 asesinos que dicen retirarse de las listas de Bildu manteniéndose 37 acusados de actos terroristas. Aparecerán sus nombres y apellidos en las papeletas electorales para ser votados, en cambio no figurarán para el arrepentimiento. El Tribunal Electoral había validado el hecho por tener cumplidas sus condenas y por no estar inhabilitados, y eso hay que ponderarlo. En España gusta mucho remover el pasado y si no que se lo digan al gobierno con la Ley de Memoria Democrática actualizando la guerra civil, la dictadura y el terrorismo. Las cadenas que arrastramos tienen a España en el cuadrilátero y la convivencia sigue haciéndose esperar; mientras, la izquierda abertzale sabe a dónde va y no tiene interés en hacer revisión crítica; pero sí extenderse a más sectores sociales para conseguir la alternativa de gobierno en Euskadi y no reparan en los medios utilizados.
La España escaldada del agua fría huye y queda la duda sobre si no aceptarán, como dicen, ser concejales, en el caso de resultar elegidos. La moral resalta que los actos de los hombres no sólo se juzgan por los resultados. Es algo que se aplica poco en el mundo y para ello hasta se ha cambiado el pensamiento del famoso escritor inglés Aldous Haxley quien insistía en el renacimiento: «los fines no pueden justificar los medios porque estos determinan la naturaleza del fin que es alcanzado».
La práctica política está ensombrecida por la idealización de gobiernos y ciudades utópicas; pero, fundamentalmente, por conductas, decisiones y acciones que no responden, necesariamente, a la moral sino al ejercicio del poder que, como todos tristemente sabemos, ha contradicho históricamente los preceptos morales. Y de moralidad en HB Bildu y de cumplir lo defendido en otros partidos, tenemos más de un recuerdo preelectoral que no pasó la barrera de la campaña. Son verdades prácticas.
Pilar Falcón
Con Yolanda la de Coruña, que sube, baja y se entera. La moral que desmoraliza de HB vildu. Los políticos en el circo de precampaña. Inclinan mi balanza hacia el santo Isidro aún entendiéndome iconoclasta.