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Los seis candidatos a las elecciones andaluzas navegan vertiente arriba. Como los salmones y las lampreas, son especímenes expertos en nadar tanto en agua dulce como en agua salada y les une que su objetivo es común al querer refugio donde desovar sus mensajes para seguir mirando al futuro tras las elecciones del próximo 19 de junio. Macarena Olona (Vox); Juan Manuel Moreno (PP); Juan Espadas (PSOE); Juan Marín (Cs); Inmaculada Nieto (Por Andalucia) y Teresa Rodríguez (Adelante Andalucía) buscan corazones que latan y, a ser posible, lo hagan dilatando y contrayendo el programa electoral de sus siglas políticas.
Las campañas electorales siempre aportan algo de pasión y empujan para que salga a relucir esa reacción emocional interna que brota escapando a toda razón y a toda lógica. Los debates televisivos podrían, y hasta deberían, aparecer en esa carta; pero están lejos por el control que ha contribuido a crear una especie de ley educativa en las estructuras, en la rigidez de los tiempos y en los temas. El fruto fabricado es el de cuerpos parlantes que impiden expresarse desde dentro y son, en cambio, terreno abonado para lanzar titulares del programa electoral o de noticias populares y que dan juego para dirigirse a un público mayoritario con mensajes que son recurrentes en los medios de comunicación.
En estos tiempos hablar de frescura alivia y más, viniendo como venimos, cargados con varios grados de temperatura correspondientes al vecino que vive en la siguiente estación. España es de exteriores, y no sólo es esa la imagen que tienen los muchos que nos visitan y que aquí viven. A los autóctonos nos gusta la terracita, la silla en la puerta, la mirada detrás del visillo y la barbacoa en el campo. Con esos actos se sobrevive a los escándalos y a lo que se dice, que termina demostrándose que no es verdad. Buscar frescura en el patio económicamente umbrío que pisamos y que incluye promesas a Zelinsky y tiene otros contraataques primaverales da mucha reacción alérgica, y algunos nos agarramos al antihistamínico del entusiasmo preuniversitario. Sube la bilirrubina como decía Juan Luis Guerra en su famosa bachata, si escuchamos a alumnos que celebran la Evaluación de Bachillerato para el acceso a la Universidad (EBAU). Futuros licenciados en Comunicación y Periodismo, estimulan y marcan tendencia natural a la bondad porque si hay profesión vocacional, sin duda y parangón, esta lo es con sus grandezas y debilidades. Tanto carota como se ha demostrado que tenemos en este nuestro país no son dignos de ser también frescos, en el sentido que hablamos. Cuando la mejor naturaleza prevalece es cuando los triunfalismos de bandera se quedan en la cuneta y el futuro se asemeja a mejor. Entonces el corazón no se limita a latir y siente.
Pilar Falcón