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Metidos en el primer mes del calendario romano y en el tercero de este 2023, si hacemos la lectura en calendario gregoriano; el refranero viene a ponernos en el saber popular, ese que, por méritos propios, ha ganado espacio reiterativo a lo largo de años haciéndose escuchar como la excelsa representación de lo que somos por repetición y de cómo se comporta lo que nos rodea, también por repetición. Todo con toques de sentencia, de proverbio, y avalados por la experiencia en el paso y transcurrir de la vida. Es la voz que se hace escuchar sin necesidad de esperar a tiempos post urna electoral. El parloteo de charla refranera revela lo que ya ha sido y que se nos presenta de nuevo. La sapiencia por reiteración hace escuela y, a decir por lo que se refiere a marzo, empezamos treinta y un días de cambiante ropaje y fluctuantes horas. Como si de un baile se tratase, nos lleva y nos trae, nos arremolina, nos desenrosca y obliga a seguir la cadencia del saber danzar. Es pareja de mano segura que portea desde la espalda y dirige los pasos a ritmo de la banda que suena.
El nuevo señor marzal nos va a dejar en la primavera, nos modificará las horas de luz durante la tarde con el cambio de hora y al tiempo nos tiene en la frase de «ha llegado el invierno». Ya lo pregona desde siempre «la veleta ni dos horas se está quieta» y «marzo marzuelo, un día malo y otro bueno». Chicha y limoná para atacar el mes con disparos a discreción que aglutinan, sin perder personalidad, y juerguean en solitario. Es la guerra de los elementos, mientras en la contienda europea que nos está tocando vivir se gasta más munición de la que se produce. Balas, bombas, explosivos, granadas, obús, proyectiles y torpedos se teatralizan, para grabaciones en directo de enviados especiales, y otros simulacros de armas menores y mayores. Son la pieza de artillería que hace fuego de elevación en esta contienda que, como niño en desarrollo, ya camina, después de un año y, además, se muscula.
Marzo, mes de Marte, el dios romano de la Guerra que con sus destrezas motoras va dando bandazos en el campo de batalla. En el transcurrir de este mes mezcla los homenajes a la rana, con los del agua y la gaita, sin olvidar el día de los tuiteros con mandato de mensajes propios y extraños. Una manera de registrar lo que pasa sin refranero reflexivo que imparta maestría. Ya lo saben «marzo marcero, por la mañana rostro de perro, por la tarde valiente mancebo «.
Pilar Falcón