¡Hala Madrid! – 05/05/23

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Es el himno de Madrid sin serlo. Solapa de goleada al oficial. El que representa a la Comunidad de Madrid es 31 años más joven, y sonó este martes, 2 de mayo, para celebración de su fiesta. Se trata de un encargo de Joaquín Leguina en 1983 para la que era una recién inaugurada autonomía. Los himnos son más imperiales sin letra, no marcan mensaje y dejan que la música mueva el espíritu y las sensaciones personales. Las narraciones dejan en evidencia a los que no se saben la lección. El himno gallego es de los más seguidos. No tanto como «Asturias, patria querida» o el pasodoble «Valencia»;  pero éste es conocido como «La marcha de la bien amada» de José Padilla y no es himno oficial.

Venimos de celebrar el día de la Comunidad de Madrid y la comprobación es que casi nadie se lo sabe. Tiene uso testimonial y se relega a algunos actos oficiales. De él está popularizado “De Madrid al cielo” y lo es también porque aquí caen todas las plegarias, la última la del primero de mayo con cinco ministros manifestándose como trabajadores con los sindicatos. Vivimos en una parodia y Madrid es el centro de la representación. Su himno dice «lo que pasa por ahí todo pasa en mí, y por eso funcionarios en mí y proletarios y números, almas y masas caen por su peso; y yo soy todos y nadie, político ensueño».

Los madrigallegos terminaremos aprendiendo la letra de Agustín García Calvo con música de Pablo Sorozábal. Somos colectividad agradecida y de poner el himno de «Os pinos» al final de cada acto, y confirmado está que seguimos a Eduardo Pondal con la música de Pascual Veiga. Galicia no es palabra en el poema y las dos primeras estrofas son populares para todos. Se mueven los labios, se sienten las morriñas y los buenos y generosos dan las gracias a Madrid por el reconocimiento de las raíces. Aprender el himno de la capital de España no sólo sería una muestra de integración sino también de respeto y ejemplo para ayudar a crear escuela. 

Y el momento pide crónica de mayo florido con amapolas silvestres en los bordes de los caminos y terrenos baldíos. Hasta las tenemos en los basureros, pero sobre todo en los campos de cereales y en las laderas españolas. Son elegantes, altivas y tienen la propiedad de soportar bien la escasez de agua. Donde nacen se crían y no toleran bien los trasplantes. Es tiempo de esta flor relacionada con la paz y el amor; pero también con el sueño y el olvido. Un ejemplo de convivencia. Y suena a Madrid.  

Pilar Falcón

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