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Ya sabemos que Juan Carlos I reside en Abu Dabi. Este ha sido el paseo de empadronamiento en esa isla del Golfo Pérsico que le trata como un rey y le acepta como un hijo y hermano.
El orgullo y la obligación son las dos caras de una moneda que no siempre tiene curso legal. Separar lo conveniente, lo adecuado y lo necesario es difícil estos días y sino que se lo digan a Felipe VI que ha tenido que hacer de hijo y de Jefe de Estado con la misma persona. El padre ya sabemos que es residente en Abu Dabi y que ha estado de visita de amigos y de familiares en España, y además en ese orden. Desde este viaje la estancia temporal en uno de los siete emiratos que constituyen los Emiratos Árabes Unidos (EAU) ya no es tan fugaz y pasajero. Con su retorno Juan Carlos oficializa allí su posada reconociéndose como residente. Estaba pendiente de decirlo al mundo tras aquella escapada del 3 de agosto de 2020, que a la carrera le llevó sin explicaciones que convencieran al mundo. Hemos tardado en catalogar el desplazamiento juancarlista; pero el comunicado de Casa Real pone muy claro que el padre del rey deja la puerta abierta a “residir en España en el futuro”, y en ese caso destacan que se trataría de un domicilio privado, lo que supondría abandonar las paredes que han sido testigo de su historia desde 1962.
La que parecía iba a ser una paradita en Zarzuela lo fue, por mucho que se destaquen las once horas que ocuparon hablando sobre “cuestiones familiares así como sobre distintos acontecimientos y sus consecuencias en la sociedad española”. El padre se impuso al hijo en la representación pública que nos llegó con gritos de viva el rey, avión privado y saludos que incluyeron el símbolo universal de ok al estilo WhatsApp como gesto de aprobación. Y el hijo pudo al padre en la mirada directa a los ojos y en la conversación calmada. Empate, por tanto, que aguarda nueva partida si tenemos en cuenta que “no son uno”, como decía Juan El Evangelista. La Biblia habla, y mucho, de padres y de hijos. Otro evangelista, en este caso Mateo nos puede servir para plantear otra forma de entender lo que posiblemente se llevó a cabo en esa reunión personal en el Palacio de la Zarzuela:
“Todas las cosas me han sido entregadas por mi padre; y nadie conoce al hijo sino el padre, ni nadie conoce al Padre, sino el Hijo y aquel a quien el hijo se lo quiera revelar». Aunque podamos llegar a verlo vestido con Kandura y el Gutra en la cabeza.
Juan Carlos regresa a Abu Dabi más gallego que algún gallego. Ni sube ni baja y ante situaciones comprometidas sabe utilizar una pregunta para responder a otra. No reside en España pero hace patrimonio de la forma de ser y de estar que da fama a una de las Comunidades Autónomas que forma parte del que fue su reino.
Pilar Falcón